Hay quienes tienen miedo a la muerte durante toda la vida y dejan de sentir la felicidad de estar vivos. En el “estar vivos” se puede apreciar el significado del miedo a la muerte; es cuestión de cambiar el enfoque. En lugar de pensar en la posibilidad de morir, cabe entender que la vida te permite contemplar la opción de morir, solo mientras estamos vivos, por lo tanto, el miedo a la muerte es parte de la vida y se puede atravesar ese miedo con la conciencia de pensarlo, mientras se observa cómo se desvanece y aflora la paz.
El miedo existe como recurso para preservar la especie, a nuestra mente generadora de miedo, no le importa que amemos, qué digamos, que creamos en la vida, que lloremos, que vayamos o que vengamos, solo le importa sobrevivir y usará uñas y dientes para convencernos de huir, lo que supondrá dejar de vivir intensamente y sufrir, en muchos casos, hasta que un día descubramos que el miedo a no ser amados, el miedo al fracaso, el miedo a no caer bien, el miedo a cambiar, e incluso el miedo a la muerte no son más que pensamientos que nos acechan con la misma eficacia y rigor que el pensamiento que evita que nos caigamos por un precipicio, que no es más que eso, un pensamiento al que no le importa ni el propio pensamiento. Descubriremos que somos nosotros mismos los creadores del miedo que nos paraliza, que le hacemos caso otorgándole más poder que a nuestra razón. Descubriremos que es más insensato, casi siempre, hacerle caso, someterse, alejarse de la fuente que lo provoca y olvidar, que enfrentarse a vivirlo. El miedo es un momento de la vida que no debemos dejar de lado.
Todo es vivir. Unicamente hay que ser consciente de que la vida que va pasando, pensamientos y sentimientos incluidos, son, en sí, la vida.
Vivir el miedo es vivir
Artículo creado el: 16/05/2015

